QUERIDOS REYES, MAJOS

Queridos reyes magos:

Como creo que el año que, por fin, ha terminado, he sido bueno y, además, he aguantado con paciencia y estoicismo todas las adversidades que los malos han ido sembrando en mi camino, os voy a pedir una serie de regalos, que creo que me los merezco.

Primero, y antes de que pase de moda, como les ocurrió a la Barbie Fantasía y Kent Marinero, os quiero pedir un día más de asuntos propios. Si os parece me lo mandáis vía comunicado oficial. Que me lo traiga un Hidalgo de los vuestros. Alentando así mi optimismo. 

También os quiero pedir una jornada de trabajo equilibrada y racional, que se ajuste a lo que los sabios regidores de este corralito nacional han establecido. Es decir, no me traigáis más horas de trabajo que ya tengo suficientes. Ha dicho un señor con barbas, (como vosotros pero que no es rey aunque sí es muy amigo de uno y se ríen juntos de todos nosotros) que tenemos que trabajar 1657 horas al año. Ni más ni menos. A ver si el mismo Hidalgo que me traiga el comunicado del día AP me trae otro con un cuadrante majete. Me pondría muy contento.

No me vendría mal que trajeseis unos cuantos quintales de respeto. No sé qué virus habrá asolado a la capitanía general, pero todos sus mandos están carentes de ese elemento. En realidad, como veis, lo pido para ellos, que yo procuro tener mis reservas siempre a buen nivel, (aunque a veces me apetecería dejarlas a cero y soltar alguna fresca, jolín).

Si os pilla de paso, recogéis de algún departamento de investigación algún curso de formación y me lo dejáis a mano, para que le eche un vistazo a ver si me voy profesionalizando... No, si ya sé que después de tantos años de desempeño profesional intuitivo algo habré aprendido, pero es por darle sentido a lo que me descuentan en la nómina para estos menesteres.

Y bueno, ya para terminar, si no es mucho pedir, os rogaría que, en lugar de dejarme caramelos, les dieseis la oportunidad a nuestros patronos, aunque únicamente sea en sueños esta noche, de ser ellos quienes se metan en mis zapatos, que eso de sentir como siente el otro es de mucha ayuda y parece que ellos no lo saben o lo han olvidado.

Os espero impaciente, y disculpad si sólo os dejo leche y galletas, pero para los dulces y licores no me llega.

Muchas gracias.